Genogramas


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Estudio exploratorio descriptivo acerca de la percepción de psicoterapeutas en relación a  la utilidad del genograma como técnica de intervención clínica.

Explorative  and descriptive study regarding the perception of psycotherapists about the utility of  genogram as clinical intervention technique.

Autoras:
Ps. María Cristina Arellano Paz
Ps. Claudia Díaz Peñaloza

Profesor Guía:
Ps. Mg. Sandro Giovanazzi Retamal
Escuela Sistémica de Chile.

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Resumen

En el presente artículo se aborda la percepción de la utilidad del genograma como técnica de intervención clínica. Es un estudio exploratorio –descriptivo en el que participan 52 psicólogos de diversas orientaciones psicoterapéuticas. Se obtiene información a través de una encuesta compuesta por 22 ítems, de respuesta tipo lickert.
De acuerdo a los resultados, los psicólogos de orientación sistémica son aquellos que utilizan con mayor frecuencia el genograma en su quehacer terapéutico. A su vez, psicólogos de todas las orientaciones consideran que el genograma entrega información relevante del sistema individual, pareja y familia. Se concluye la importancia de abordar nuevos estudios en profundidad en relación al genograma como técnica de intervención clínica.

Palabras claves: genograma, técnica de intervención, psicoterapeuta.


Introducción

Un psicoterapeuta es aquel profesional que actúa en un contexto de relación humana en el que se desarrolla una forma de interacción dialógica que permite co-construir alternativas de solución a problemáticas individuales, de pareja o de familia, por medio de la utilización de estrategias y técnicas seleccionadas de acuerdo a la complejidad cognitiva, pragmática y emocional de cada consultante (Ceberio; Linares, 2006). En este sentido, una de las cosas que debe efectuar el psicoterapeuta es diseñar estrategias, es decir, principios clínicos que guiarán los esfuerzos de la terapia y que representan un nivel intermedio entre lo teórico y lo práctico. Subsecuente a la estrategia, y en coherencia con ella, el psicólogo clínico desplegará diversos movimientos técnicos que tendrán una duración determinada y la intención de cumplir ciertos objetivos. De esta manera, las técnicas muchas veces deberán ser utilizadas en momentos bien definidos de la terapia para que puedan dar cuenta de las metas propuestas a priori (Góngora, Beyebach, 1995). Bajo estas premisas, las técnicas de intervención serán herramientas que facilitarán el trabajo terapéutico, permitiéndole al psicólogo no tener que crear soluciones para cada caso particular, sino más bien readaptarlas y utilizarlas como guías que le brinden información relevante sobre el cambio esperado (Góngora y Beyebach, 1995).

En este contexto, el genograma es una herramienta gráfica que se utiliza para recabar antecedentes acerca de la estructura y las dinámicas existentes en una familia, es decir, del tipo de pautas interaccionales que se dan entre los diversos integrantes de la organización familiar. Al mismo tiempo, refiere información respecto a acontecimientos significativos; pautas comportamentales transgeneracionales; eventos traumáticos y ritos familiares, entre otros elementos. Es por ello que, este recurso es frecuentemente utilizado como una herramienta que potencia el trabajo psicoterapéutico; como una técnica proyectiva; como un instrumento facilitador en talleres o como un descriptor familiar en investigación (Rodríguez, 2004).  De acuerdo a Sanz y Cols. (2009) el genograma permite recoger datos sociodemográficos y de la composición familiar multigeneracional, constituyéndose en una forma eficiente para anotar acontecimientos vitales que pueden significar factores de riesgo e influir en el desarrollo de las personas.

Para Carvalho, Wendt y Crepaldi (2007) el genograma puede ser utilizado como un instrumento importante para caracterizar a los grupos familiares; como una estrategia de salud familiar o para la promoción de la salud comunitaria, facilitando el ejercicio terapéutico y permitiendo a la familia una mejor comprensión sobre su desenvolvimiento y sobre sus dolencias, motivo por el que actualmente el genograma es difundido como un instrumento científico de recolección de datos.

El genograma fue desarrollado por Murray Bowen como una forma de esquematización gráfica que permite organizar y describir constelaciones familiares multigeneracionales. En este sentido, es una manera de entender la situación actual de un sistema que es resultado de las relaciones pasadas y los diversos antecedentes del mismo. De esta manera, desde el modelo de Bowen se entiende a la familia como una unidad emocional formada por las vinculaciones de las relaciones existentes a lo largo de varias generaciones (McGoldrick y Gerson, 1985).

En relación a lo anterior, el genograma como instrumento gráfico permitirá ordenar la información referida a una familia, detallando y facilitando el entendimiento de los patrones multigeneracionales del sistema y recopilando datos que servirán para crear hipótesis inferenciales, explicativas o diagnósticas, siendo así un recurso de gran utilidad en disciplinas como la medicina, la educación, la psicología y, dentro de esta última, la terapia familiar.  (McGoldrick y Gerson, 1985).

Si bien es cierto, importantes teóricos y psicoterapeutas que fueron pilares para el desarrollo del enfoque sistémico y la terapia familiar como Haley (1976), Madanes (1981) y Minuchin (1974), no utilizaron el genograma como elemento esencial de sus enfoques, por cuanto estaban más interesados en las relaciones emocionales que en la estructura explicativa de estas, en la práctica estuvieron permanentemente preocupados de estudiar las formas en que las jerarquías y coaliciones determinaban dentro de una familia el respeto o la transgresión de los límites generacionales, lo cual denotaba pautas transaccionales presentes y pasadas que eran reflejo de estructuras funcionales o disfuncionales (McGoldrik y Gerson, 1985).  Por lo tanto, el genograma, visto como un árbol ramificado que permite conocer detalladamente una constelación familiar multigeneracional, se convierte en una herramienta clínica que refuerza el sentido original de los modelos psicoterapéuticos desde los cuales ha emergido, posibilitando una observación sintética del cuadro complejo que representan las diferentes familias de una misma persona. Es un instrumento de resumen clínico en el que se reúnen explícita y simbólicamente gran cantidad de información de una familia, datos que permitirán entender un problema y buscar posibles soluciones, así como anticiparse a dificultades potenciales en un afán preventivo (Ceberio, 2004).       Maida (2003) señala que a través del genograma se exploran las creencias de la familia, cómo fueron construidas estas y cómo influyen en la elaboración de la historia de vida de cada uno de sus integrantes y del sistema total, motivo por el cual, en su creación, resultan relevantes todo tipo de antecedentes étnicos, geográficos, culturales, políticos, profesionales, biográficos y de género, que puedan dar cuenta de cada aspecto significativo del devenir ontogénico de un grupo. Por ende, el genograma es tanto un recurso como una técnica que al ser bien utilizada facilita el posterior trabajo de diálogo por medio del cual se revisan las narrativas, se las cuestiona y se las amplía en busca de nuevas comprensiones.

De esta manera, el genograma abre la posibilidad de incorporar al sistema terapéutico una manera distinta de exponer creencias, historias, lecturas y significados, que muchas veces sin este recurso serían de difícil detección. Considerando que son justamente esas lecturas diferentes las necesarias para producir los cambios que la familia espera, reemplazando las pautas disfuncionales predominantes que han producido sufrimiento por otras más sanas, el genograma se transforma muchas veces en un vehículo de la terapia, en un hilo conductor que le permite al sistema ser testigo de sus propios relatos y participar a la vez en la búsqueda de nuevas narrativas, fortaleciendo sus capacidades de reflexión y comprensión (Maida, 2003). En otras palabras, el genograma les enseña a las familias un modo sensorialmente concreto y cognitivamente simbólico para idear y producir cambios en la forma de ver sus propias historias.

En relación a la construcción e interpretación de un genograma, se entiende a la familia como un sistema abierto que implementa normas y que intercambia información con el mundo externo, constituyéndose como una entidad dinámica que fluctúa entre períodos de cambio y homeostasis. Por medio de sus investigaciones, Bowen (Kerr; Bowen, 1988) estableció que al interior de una familia existen patrones que determinan que el funcionamiento de uno de sus miembros no puede ser comprendido adecuadamente sin considerar el funcionamiento de los otros componentes del grupo, de tal modo que los integrantes de la familia funcionan recíproca y complementariamente, de manera tal que un cambio en una parte de la totalidad, genera modificaciones compensatorias en otras. Todo ello, a lo largo de las sesiones de una terapia, es posible de ser representado y visualizado en la estructura del genograma, así como los procesos subsecuentes a ese darse cuenta.

Otra importante observación realizada por Bowen (1988) fue la existencia de ciclos de cercanía y lejanía entre los elementos de un sistema, lo que le permitió concebir a la familia como una unidad con partes independientes, donde los pensamientos, sentimientos y conductas de cada parte, contribuyen y reflejan lo que sucede en el todo. Tal mecanismo de interacción, si bien es posible que sea relatado por medio del dialogo terapéutico, será fácilmente representado en la formación gráfica del genograma por medio de sus múltiples signos y símbolos.

Es por esto que, el presente estudio tiene como objetivo describir la percepción de  los psicoterapeutas respecto de la utilidad del genograma como técnica de intervención clínica, planteándose específicamente la posibilidad de identificar el uso que se le da al genograma en las intervenciones clínicas.


Conclusiones

De acuerdo a los resultados obtenidos, se puede concluir que para los psicoterapeutas encuestados existe una alta percepción de utilidad del genograma como técnica de intervención clínica, lo cual se desprende de los elevados porcentajes de respuestas que indican que siempre o casi siempre se usa tal organizador gráfico en el contexto psicoterapéutico y con variados énfasis.

La investigación permite reforzar la idea de que los genograma son una rica fuente de información, de hipótesis y de evaluación del sistema consultante (McGoldrick y Gerson, 1985).

Un hallazgo que resulta significativo es que más del 80% de los psicólogos encuestados consideran que el genograma entrega información relevante del sistema consultante, sea este individual, pareja o familia. Dentro de este ámbito, es esencial puntualizar que el uso de este dibujo familiar es más alto en terapeutas de orientación sistémica, en relación a los otros enfoques considerados en la investigación, lo que puede tener directa relación con la formación teórica y práctica de estos profesionales. El hecho que los psicoterapeutas sistémicos consideren en mayores porcentajes que el genograma entrega información relevante del sistema consultante, da indicios de la real importancia que tiene para ellos la utilización del genograma en la evaluación y elaboración de hipótesis sistémicas, características procedimentales básicas del enfoque mencionado.

Otro dato importante es que más del 70% de los encuestados construye el genograma en la primera sesión, lo que ejemplifica lo señalado por  McGoldrick y Gerson (1985), quienes consideran al genograma un resumen clínico, un  punto de partida para la evaluación y el tratamiento que permite adquirir en forma rápida una gran cantidad de información sobre el sistema consultante. Por otro lado,  no resulta menos interesante que más del 78% de los encuestados indique realizar con frecuencia una interpretación relacional de este esquema familiar, siendo otra vez los psicólogos de orientación sistémica los que en mayor  proporción analizan el genograma de esta forma, seguidos por los psicoterapeutas de orientación cognitiva.

De acuerdo a estos resultados, parece ser que en la construcción del genograma también es relevante incluir a la familia de origen del sistema consultante, ya que el 82% de la muestra efectúa tal acción, lo cual podría ser reflejo de la funcionalidad de esta herramienta al momento de intentar comprender, predecir o reflexionar en torno a las pautas de interacción de los sistemas. Tal consideración se refuerza al tomar en cuenta que el 80% de los psicólogos encuestados contemplan dos o más generaciones al momento de elaborar, junto a los consultantes, el diagrama familiar.

El dato que da cuenta que el genograma es mayormente utilizado por psicoterapeutas cuyo rango de experiencia va de los 0 a los 5 años, en comparación a terapeutas con más años de práctica, podría indicar entre otros aspectos que a medida que los psicólogos aumentan sus años de ejercicio prescinden de técnicas o herramientas específicas para la recolección de información relacional, su interpretación, análisis o comprensión, quedando abierta para futuros estudios la pregunta de si ello tiene algún impacto en el éxito del trabajo psicoterapéutico.   

En síntesis, los resultados obtenidos permiten establecer con certeza que el genograma es una herramienta importante para la psicología clínica, lo que abre una serie de posibilidades tanto a nivel formativo como de investigación. En el primer caso, al haberse constatado el alto uso de la herramienta en diversos ámbitos de la entrevista e intervención psicoterapéutica, es una necesidad poder fortalecer su difusión y enseñanza en la instrucción de nuevos psicólogos, tanto a nivel de pre-grado como de post-título, de modo que esta estrategia de abordaje terapéutico les permita a los nuevos profesionales de la salud mental acceder a niveles claros de observación y comprensión de los motivos de consulta individuales y familiares.    

 En relación al ámbito investigativo, el presente estudio permite vislumbrar la necesidad de indagar con mayor profundidad en torno a esta herramienta denominada genograma, dada su preponderancia en diversos ámbitos del quehacer psicoterapéutico para algunas de las más importantes corrientes de la clínica psicológica. Interesante sería poder examinar las formas de intervención específicas en las que es utilizado el genograma o bien conocer casos en los que se ha podido trabajar este recurso de manera planificada y sistemática como hilo conductor de procesos terapéuticos.


Referencias

·         Aponte, H. (1992). Entrenamiento de la persona del terapeuta. Terapia familiar estructural. Revista de Terapia Familiar Estructural, 8(3).

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·         Cazau, P. (2006). Introducción a la Investigación en Ciencias Sociales. Rundinuskín. Buenos Aires.

·         Ceberio, M & Linares J. (2006). Ser y Hacer en Terapia Sistémica. La Construcción del Estilo Terapéutico. Paidós. Buenos Aires.

·         Góngora, J & Beyebach, M. (1995). Avances en Terapia Familiar Sistémica. Paidós.  Buenos Aires.

·         Jiménez, R. (1998). Metodología de la Investigación. Elementos Básicos para la Investigación Clínica. Editorial Ciencias Médicas. La Habana.

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·         Maida, M., Molina, M. E. & Del Río, M. T. (2003). Taller: la persona del terapeuta: una experiencia de formación que promueve el aprendizaje Educación Médica, 6(2), 112-116.

·         Minuchin, S. & Fishman, H., (1983). Técnicas de terapia familiar. Editorial Paidós. Barcelona, España.

·         McGoldrick, M. & Gerson, R. (1985). Genogramas en la evaluación familiar. Editorial Gedisa. Barcelona, España.

·         Piercy, F. & Sprenkle, D., (1987). Family therapy Sourcebook. The Guilford Press, Nueva York, Estados Unidos.

·         Rodríguez, M. (2004). Quién soy y de dónde vengo: El taller del Genograma. Tres Haches. Buenos Aires, Argentina.

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·         Stanton, M., (1986). Una reseña de los abordajes comprensivos/estratégicos a la terapia familiar. Parte III: Factores recursivos. En: Revista Sistemas Familiares. Dic., 1986.


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